
A los cambios biológicos, de gran evidencia le sigue unas reveladoras transformaciones psicológicas y sociales.
Hay distintas teorías sobre dichas transformaciones en la adolescencia, y como puede afectar al individuo en su desarrollo. Las más significativas son la posición psicoanalítica, psicosocial y la posición piagetiana.
Para la teoría psicoanalítica, en concreto Freüd, fundamenta el estudio de la adolescencia en un tipo de desarrollo en el que, debido en gran parte a los cambios fisiológicos que acompañan a la pubertad, brotan los impulsos sexuales y se produce una primacía del erotismo genital. La fuerza de las pulsiones que surgen durante la pubertad hace que se produzca una vulnerabilidad acentuada de la personalidad. Para dicha teoría existen distintos mecanismos de defensa entre ellos la Intelectualización (presentar los problemas en términos más generales y racionales, que personales o emocionales) y la Sublimación (forma de compensación o de satisfacción de una necesidad a través de un sustitutivo). La inadecuación de estas defensas psicológicas a la intensidad de los conflictos puede ser el origen de un comportamiento mal adaptado. Por esta razón el psicoanálisis mantiene que la adolescencia es una etapa en la que se produce una mayor tendencia hacia los fenómenos psicopatológicos. En este caso no todos los autores psicoanalíticos comparten esta opinión.
Para Erickson, la adolescencia “no constituye una dolencia, sino una crisis normativa, es decir: una fase normal de incrementado conflicto, caracterizada por una aparente fluctuación de la energía del ego y asimismo por un elevado potencial de crecimiento”. Para este autor, construir una identidad coherente y evitar la confusión de papeles es la tarea más importante del adolescente.
La difusión de la identidad puede llevar al aislamiento del joven, su incapacidad para planear el futuro, a una escasa concentración en el estudio o a la adopción de papeles negativos por simple oposición a la autoridad.
Resaltar que los psicoanalistas centran la influencia de los factores internos en el desarrollo de la Personalidad.
La teoría psicosociológica de la adolescencia se basa en la influencia de los factores externos. En el paso que supone la adolescencia, teniendo en cuenta los cambios de todo tipo que se producen en su persona y las nuevas demandas de la sociedad hacia él, debe desarrollar nuevos papeles sociales. El estatus social es difuso y sin etiquetas claras. Las expectativas sociales sobre su papel son ambiguas y en muchas ocasiones encuentran dificultades en decidir si comportarse como niños o como adultos.
En las sociedades occidentales, los adolescentes no cuentan con ritos de paso que le sirva de guía para su integración en la vida adulta. Este le creará conflictos ya que pueden no saber cómo adaptarse a las nuevas exigencias o responsabilidades.
La búsqueda de la independencia con respecto a sus padres, contrasta con la gran dependencia que se crea con respecto al grupo de iguales, por ello tiene gran transcendencia su entorno social.
En cuanto a la posición piagetiana, remarca la importancia del cambio cognitivo y su relación con la afectividad.
Basándose en el nacimiento de las nuevas capacidades intelectuales que se desarrollan en la educación formal, el adolescente elabora teorías basadas en reflexiones no solo sobre lo concreto real, sino en lo abstracto posible, estando capacitado para planificar su programa de vida y presentar alternativas en su sociedad. Aquí comienza las críticas y reflexiones sobre la religión, la política o los sistemas establecidos en la familia y la escuela. Este poder del pensamiento hace que el adolescente caiga a veces en un nuevo egocentrismo intelectual (confianza excesiva en el poder de las ideas). Para el adolescente pensar en cambiar algo es ya cambiarlo, teorizar es aplicar ya esas ideas a la sociedad. Esto le podrá llevar al conflicto cuando compruebe una vez integrado en la sociedad adulta , que no siempre las teorías desembocan en hechos.
Elkind, autor de la corriente piagetiana, ha formulado otros dos aspectos de este egocentrismo adolescente: la Audiencia imaginaria (obsesión del adolescente por la imagen que los demás poseen de él y la creencia de que todo el mundo le está observando) y la Fábula personal (tendencia a considerar sus experiencias como únicas e incomprensibles por otras personas).
Carmen
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