sábado, 6 de marzo de 2010

A propósito del Aprendizaje...

Hoy he leído en una publicación, una opinión sobre la forma que en nuestra sociedad enseñamos y aprendemos. Estoy totalmente de acuerdo y aunque me resulta duro me siento identificada, no siempre soy consciente de mis actitudes o de mis actos. Aunque tengo muchos propósitos, suelo fallar… Me parece interesante compartir un extracto de lo que se dice, para que sirva de reflexión a todos aquellos que como a mí le interese estas cuestiones. Tal vez debemos empezar a cambiar nuestra forma de aprender y como no… de enseñar.
Desde que nacemos se nos enseña a estructurar nuestra vida, poco a poco vamos aprendiendo que las cosas son fijas: un horario para comer, para dormir, unos estudios que realizar, una ciudad que es la mejor del mundo para vivir, unos amigos…. Y nada más lejos de la realidad.
Somos los únicos seres de la creación que llevan relojes, que construyen casas permanentes, hoy en día no se concibe que una persona pueda “vivir” sin estudios, cada día nos exigimos más , pero debemos recordar que muchos de nuestros padres no sabían ni leer ni escribir; eso sí, han sabido criarnos con Amor. En definitiva, nos gusta estar amarrados, pero desgraciadamente no vemos las cuerdas, pues son cuerdas emocionales, sentimentales. Los camuflamos como lazos de amor, amistad, seguridad.
Desde pequeño se fomenta la posesión: colecciones de cromos, estampitas, coleccionables de todo tipo, todo nuestros enseres de trabajo (lápices, gomas, etc.…) con nuestro nombre. Queremos aferrarnos a la vida. Cada día intentamos aferrarnos al pasado.
¿Quién no tiene un móvil con cámara fotográfica para encerrar un tiempo pasado? ¿Quién no tiene un CD o DVD con toda esa música, esas películas guardadas que nunca se ven, que nunca se escuchan?
Creemos que cuanto mas poseemos más somos, no nos damos cuenta que tanta posesión lo único que hace es tapar nuestro deseo de Ser. Valoramos a las personas por lo que poseen y no por lo que realmente son.
No nos damos cuenta de que todo pasa, no hay nada en la vida que sea permanente.
La naturaleza nos enseña que nada es eterno, las montañas son continuamente erosionadas, el reino vegetal está en continuo cambio; los ríos, los manantiales, el mar, todo discurre, todo fluye; nuestro cuerpo nos enseña que hay que renovarse continuamente (la piel, cabello, cada célula tiene su periodo de vida y es reemplazada por otra en un continuo y perfecto orden).
Pero aquí está el ser humano, rey de la creación, intentando poseer una casa en la playa, en el campo, cambiar a un coche más potente y mas grande. Se nos ha enseñado a estructurar la vida como si las circunstancias fueran permanentes, como si la existencia ideal consistiera en amarrarse a una experiencia estática, donde la realidad fuera inmutable. Aprendimos a buscar estabilidad para hallar la Felicidad.
La vida marca ciclos de Aprendizaje. Cuando uno de ellos se completa y todo se derrumba, debemos tener la sabiduría de seguir adelante sin mirar atrás. La experiencia bien vivida se entrega para liberarnos. Para todos nosotros hay tiempos de abundancia y de escasez; de alborotada juventud y de soledad en la vejez.
Cuando lo conocido se derrumba y el horizonte cambia es importante preguntarnos ¿Qué debo aprender ahora? ¿Cuál es la razón para encontrarme en esta situación?
No es posible avanzar por el camino con la mirada fija en el espejo retrovisor. Cortar los lazos del pasado también significa renunciar a los resentimientos generados cuando las metas no se cumplen…
Por ello cada día, a cada instante que podamos, debemos estar pendientes para trabajar la disolución de los apegos, soltar amarras y salir del puerto donde estamos anclados, de no hacerlo así permaneceremos toda la vida en el mismo puerto. Y no estamos hechos para permanecer inmóviles, nuestro destino es recorrer el mundo que nos conduce de vuelta a casa…."
Carmen.

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