
La experiencia nos dice que en estos años, una persona se encuentra perdida, sin rumbo, no posicionada, sin un concepto claro de sí mismo y del mundo que le rodea. Sin embargo es una de las etapas fundamentales que vivimos, en ella tomamos muchas de las decisiones que marcarán el resto de nuestra vida de adultos. Por ello es fundamental en esta época la labor de los padres, su ejemplo y apoyo, así como la colaboración con los educadores y sobre en lo referente a la influencia del grupo de iguales, su seguimiento a una distancia prudente.
En él trabajan temas que pueden resultar conflictivos como:
La violencia y la delincuencia en la adolescencia
El acoso, absentismo y fracaso escolar
El consumo de drogas
La sexualidad
Las adicciones a las Nuevas Tecnologías
Como factores de riesgo hay que tener muy en cuenta el contexto socio-familiar del adolescente. Es una etapa en la que se pone en marcha numerosos procesos de socialización, que de no producirse de forma adecuada, puede traer consecuencias nada favorables para los jóvenes.
El bajo nivel cultural de la familia, o con disfunciones (madres solteras, separaciones matrimoniales, ausencia de un progenitor, conflictos familiares etc.).
Un hábitat deficitario
Una inadecuada estimulación socio-afectiva
Dificultad o desinterés, tanto por parte de ellos como de los progenitores para acceder a la escuela de forma normalizada (absentismo escolar, fracaso escolar, abandono temprano de la escuela).
Dificultad o precariedad en el acceso al mercado laboral
Aislamiento de entornos sociales estimulantes, son en su mayoría causas de riesgo en la adolescencia.
Igualmente nuestros compañeros, nos muestran un numeroso grupo de normativas tanto internacionales, estatales, o autonómicos, que intentan cubrir todas las situaciones conflictivas, en las que se puede encontrar un menor adolescente.
Me gustaría resaltar algunos aspectos de los factores de protección de este trabajo y que hay que tener muy en cuenta a la hora de trabajar con un adolescente conflictivo:
Individual: Habilidades sociales y receptividad social; cooperación; estabilidad emocional; autoestima; flexibilidad; capacidad para solucionar problemas; buenas relaciones familiares y escolares; fomentar el sentido de la responsabilidad, empatía, generosidad, así como la motivación.
Familiar: unos vínculos afectivos esenciales; dar márgenes de confianza; hacerles participes de las decisiones familiares; atención por parte de los padres de los intereses de los hijos; relaciones estables, ordenadas y estructuradas; normas mínimas claras y en su justa medida.
Grupo de iguales: realización con éstos de actividades constructivas y enriquecedoras, junto con otras de esparcimiento y diversión.
Escolar: ofrecimiento de compresión, apoyo y participación por parte de la comunidad escolar.
Comunitario: comprensión, apoyo, altas expectativas en la juventud, oportunidades para poder participar en las actividades de la comunidad.
La Intervención debe llevarse conjuntamente con el entorno familiar, escolar y comunitario del menor, teniendo como objetivos:
Desarrollar habilidades sociales (autoestima, autoconcepto), de gran importancia para evitar grandes de los problemas que se plantean en la adolescencia, como la drogadicción, el desarrollo de conductas violentas, o dos problemas muy significativos como son la bulimia y la anorexia, y de terribles consecuencias en las jóvenes que lo padecen.
Resistencia de la presión social, sobre todo del grupo de iguales para poder actuar siempre con total libertad, consecuente con sus deseos.
Promover la integración social en un ambiente constructivo.
Concienciar a los adultos de la influencia que pueden ejercer en sus hijos, sirviendo como ejemplo de respeto y tolerancia y rechazando todo tipo de violencia.
El desarrollo de una actitud crítica hacia todo lo que nos ofrece la sociedad de la información, crearles su propia opinión y no dejarse influenciar fácilmente.
Muy importante, sensibilizarlos ante el sexismo, como prevención a la violencia de “género”.
El fomento de canales de comunicación con los adultos que les rodean, darles la confianza necesaria para que expresen sus sentimientos e inquietudes con fluidez, y hacerles sentir que son escuchados, así como mostrar interés por sus asuntos.
Trabajar los hábitos de estudio y apoyo académico.
Formación e información sobre sexualidad para evitar consecuencias no deseables.
Hacer que sepan llevar a cabo desde la responsabilidad de un uso responsable de las Nuevas Tecnologías como Internet o juegos electrónicos.
Una vez señalada una pequeña muestra de los numerosos aspectos de este trabajo, distingo una idea fundamental. Es esencial la actuación de la familia en esta etapa tan difícil, tanto para los jóvenes como para sus padres. La labor del Educador social con un adolescente debe tener siempre en cuenta este término. Entre las actitudes que se deben desarrollar en el tratamiento con los jóvenes hay algunas destacables sobre otras: un gran derroche de Paciencia, Comprensión y Atención, a pesar de los insistentes rechazos que podemos recibir por parte de unos chicos que buscan ante todo su Independencia y su Camino en la vida.
Carmen,
No hay comentarios:
Publicar un comentario