En primer lugar quiero felicitar a mis compañeros que han conseguido hacer un excelente trabajo, tratando los aspectos más destacados de una forma clara y concreta.
Si ya de por sí, la inmigración es una situación muy dura para el que la sufre, el hecho de ser menor la convierte aún en un hecho más crudo. Me imagino que el moverse de un entorno familiar y social y trasladarse a un país extraño, solo lo puede conseguir la desesperación más absoluta, por alcanzar una vida digna a la que todos los seres humanos tenemos derecho.
En dicho trabajo nos muestran las dos vertientes fundamentales. La intervención con este colectivo, las distintas situaciones, sobre todo desfavorables que nos podemos encontrar, y por otro lado el perfil y las causas por las que se produce la inmigración infantil.
Según declara ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados) en 1997, los Menores inmigrantes no acompañados (MINA) son “Los niños y adolescentes menores de 18 años que se encuentran fuera de su país de origen y están separados de ambos padres o de la persona que por ley o costumbre les tuviera a su cargo. Algunos de estos menores están totalmente solos, mientras que otros conviven con otros familiares. Los menores no acompañados pueden haber solicitado asilo por miedo a la persecución, a la falta de protección ante violaciones de derechos humanos, conflictos armados y/o graves disturbios en su país de origen. Algunos de ellos pueden haber sido víctimas de tráfico u otro tipo de explotación o pueden haber viajado a Europa huyendo de situaciones de pobreza severa. Muchos de estos menores han vivido experiencias terribles y han sobrevivido a circunstancias de extrema dureza”
Me ha resultado bastante difícil plasmar esta definición, por su gran dureza, ya que es inevitable imaginarse las circunstancias que viven estos menores en su país de origen y no sentirse dolida por ello, sobre todo desde la sensibilidad que me aporta mi experiencia como madre.
Entre las características más destacadas, del perfil de los menores que vienen a España están:
La gran mayoría son varones
En un alto porcentaje proceden de Marruecos la edad de llegada oscila entre los 14 y 17 años, aunque hay documentado casos de niños de sólo 9 años.
Suelen tener bastantes hermanos y convivían en el núcleo familiar de origen.
Las circunstancias personales y socio familiares eran muy duras. Abandonan la escuela y buscan un trabajo para subsistir. Las condiciones de la vivienda son infrahumanas.
Presenta una mayor madurez que la que les corresponde por edad.
Se trasladan dentro de nuestro país buscando un empleo en las zonas donde hay más recursos.
Tienen experiencia laboral en su país de origen.
Presentan carencias educativas y formación laboral. Rechazan la escolarización, pero sí aceptan recibir una formación laboral.
No se relacionan con jóvenes autóctonos.
Vienen esperando encontrar un mundo maravilloso, que se les presenta sobre todo por los medios de comunicación y familiares que ya se encuentran aquí y cuando llegan pueden sufrir una fuerte tensión, por la ruptura de expectativas y la decepción que les produce una realidad distinta a la que buscaban.
Viven en situación de desarraigo y soledad. Aunque la mayoría están tutelados suelen pasar muchas horas en la calle solos.
Mantiene contacto con su familia de origen.
Suelen venir solos en los bajos de un camión o un autocar y últimamente en pateras.
El caso de las chicas MINA, es aún más duro, ya que la mayoría vienen traídas por mafias de tráfico de mujeres, destinadas a ejercer la prostitución. Hay un gran porcentaje que provienen de Europa del Este, Sudamérica y países del sur de Asia.
Factores de Riesgos y de Protección
Como bien dicen mis compañeros estos niños son doblemente vulnerables, por una parte por su condición de inmigrantes y por otro lado por ser menores, no disponen de recursos económicos, trabajan a unas edades muy tempranas, sufren un choque cultural y la barrera del idioma, carecen de una familia que les proteja, no están escolarizados y se enfrentan a una administración que deja mucho que desear en cuanto a agilidad a la hora de actuar con ellos.
Lo que sí debemos tener en cuenta siempre que a la hora de una Intervención nos debemos acoger a la normativa vigente que ampara los derechos del menor (Ley de Protección Jurídica del Menor), ellos conocen en su mayoría los recursos de los que disponen, existe una red de recursos para su intervención e integración, existen centros especializados de acogida y la Ley de extranjería recoge el derecho a la Educación y Asistencia Sanitaria de estos menores.
Intervención con MINA
En el proceso de intervención con estos menores hay varias fases que se distinguen claramente.
En primer lugar la localización de los menores normalmente por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque también se da el caso de localización por parte de ONG´s, Asociaciones e incluso la solicitud de ayuda a los Servicios sociales o a la policía por parte de los propios menores.
Una vez localizados, comienza el proceso de investigación para poder identificar al menor, sus circunstancias personales y socio familiares. Toda la información recabada deberá contrastarse en su país de origen. Desde los Servicios de Protección de Menores de la Comunidad Autónoma, se intentará contactar con la familia y se estudiará la posible repatriación. La reagrupación familiar se realizará prioritariamente siempre que sea posible, prevaleciendo ante todo, el interés del menor. Si se decide la permanencia en nuestro país será tutelado por la C.A. correspondiente, ordenado por el sistema jurídico.
Previamente a la concesión de guarda y tutela por la C.A., al menor se le concederá el permiso de residencia con régimen de urgencia, además de declarar su desamparo.
El acogimiento familiar en estos casos es bastante difícil, ya que un gran número de estos chicos tienen más de 12 años, y esto es un hándicap a la hora de encontrar una familia que lo acoja. Con lo que en su gran mayoría residirán en Centros.
En los Centros de primera acogida, se tratará de adaptar al menor para su posterior incorporación a una sociedad totalmente nueva y distinta para ellos. Tras esta primera toma de contacto, se les derivara a una residencia de larga estancia, una vez hayan demostrado disposición a estabilizarse e integrarse.
Estos Centros tratan de acercar un ambiente hogareño a los menores, participando en las tareas de limpieza y mantenimiento del centro. Aquí se intentará la integración social del menor, la formación pre-laboral, llevar a cabo los trámites de la documentación, la escolarización etc.
También se encuentran con situaciones problemáticas debido a causas como el carácter imprevisible y el volumen de las llegadas, que produce saturación en algunas ocasiones, las frecuentes fugas que impiden la correcta realización de los proyectos puestos en marcha, el margen de tiempo en numerosas ocasiones es demasiado corto, el consumo de drogas o trastornos de comportamiento de los menores y la insuficiente preparación de los profesionales con una falta de conocimiento de las particularidades propias de este colectivo.
Por último en la fase de autonomía o recurso definitivo, se preparan a los jóvenes de 16 a 18 años para pasar a llevar una vida autónoma y emanciparse. Aquí se refuerzan las actividades encaminadas a la adquisición n de habilidades básicas como los hábitos de auto-cuidado, las normas de vecindario, habilidades laborales, búsqueda y mantenimiento de alojamiento, búsqueda y mantenimiento de empleo etc.
Objetivos de la intervención del Educador:
Intervenir en educación para promover la prevención ante la violencia y la exclusión social.
Mantener e informar a las personas que traten con los menores inmigrantes para que participen activamente en su proceso de intervención.
Normalizar las relaciones interpersonales del menor en su vida diaria.
Dar a conocer al menor de su situación de riesgo, ejerciendo así una prevención ante posibles de nuevos riesgos.
Educación en el ocio y tiempo libre, educarlos en salud y protegerlos del mundo de la drogadicción.
Proyectar y personalizar individualmente los proyectos educativos.
Trabajar las habilidades sociales y las competencias necesarias para enfrentar los problemas de la vida diaria.
Dotar al centro de los instrumentos necesarios al centro para la elaboración de programas y solución de conflictos.
Seguir y evaluar el proceso de integración del menor de forma conjunta, es decir, entre los menores y los profesionales.
A estos objetivos que deben llevar a cabo aquellos profesionales que se ocupan directamente de los menores inmigrantes, yo le añadiría otros objetivos, los que tendrán que llevar a cabo aquellos profesionales que están inmersos con el resto de la sociedad.
La concienciación, la apertura y el acogimiento por parte de la sociedad en la que se encuentren, es un derecho vital que tienen estas personas. Ojalá sepamos verlo, ojalá sepamos actuar, ojalá se cumpliera “…Contamíname, mézclate conmigo, que bajo mi rama tendrás abrigo…”
Carmen
Si ya de por sí, la inmigración es una situación muy dura para el que la sufre, el hecho de ser menor la convierte aún en un hecho más crudo. Me imagino que el moverse de un entorno familiar y social y trasladarse a un país extraño, solo lo puede conseguir la desesperación más absoluta, por alcanzar una vida digna a la que todos los seres humanos tenemos derecho.
En dicho trabajo nos muestran las dos vertientes fundamentales. La intervención con este colectivo, las distintas situaciones, sobre todo desfavorables que nos podemos encontrar, y por otro lado el perfil y las causas por las que se produce la inmigración infantil.
Según declara ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados) en 1997, los Menores inmigrantes no acompañados (MINA) son “Los niños y adolescentes menores de 18 años que se encuentran fuera de su país de origen y están separados de ambos padres o de la persona que por ley o costumbre les tuviera a su cargo. Algunos de estos menores están totalmente solos, mientras que otros conviven con otros familiares. Los menores no acompañados pueden haber solicitado asilo por miedo a la persecución, a la falta de protección ante violaciones de derechos humanos, conflictos armados y/o graves disturbios en su país de origen. Algunos de ellos pueden haber sido víctimas de tráfico u otro tipo de explotación o pueden haber viajado a Europa huyendo de situaciones de pobreza severa. Muchos de estos menores han vivido experiencias terribles y han sobrevivido a circunstancias de extrema dureza”
Me ha resultado bastante difícil plasmar esta definición, por su gran dureza, ya que es inevitable imaginarse las circunstancias que viven estos menores en su país de origen y no sentirse dolida por ello, sobre todo desde la sensibilidad que me aporta mi experiencia como madre.
Entre las características más destacadas, del perfil de los menores que vienen a España están:
La gran mayoría son varones
En un alto porcentaje proceden de Marruecos la edad de llegada oscila entre los 14 y 17 años, aunque hay documentado casos de niños de sólo 9 años.
Suelen tener bastantes hermanos y convivían en el núcleo familiar de origen.
Las circunstancias personales y socio familiares eran muy duras. Abandonan la escuela y buscan un trabajo para subsistir. Las condiciones de la vivienda son infrahumanas.
Presenta una mayor madurez que la que les corresponde por edad.
Se trasladan dentro de nuestro país buscando un empleo en las zonas donde hay más recursos.
Tienen experiencia laboral en su país de origen.
Presentan carencias educativas y formación laboral. Rechazan la escolarización, pero sí aceptan recibir una formación laboral.
No se relacionan con jóvenes autóctonos.
Vienen esperando encontrar un mundo maravilloso, que se les presenta sobre todo por los medios de comunicación y familiares que ya se encuentran aquí y cuando llegan pueden sufrir una fuerte tensión, por la ruptura de expectativas y la decepción que les produce una realidad distinta a la que buscaban.
Viven en situación de desarraigo y soledad. Aunque la mayoría están tutelados suelen pasar muchas horas en la calle solos.
Mantiene contacto con su familia de origen.
Suelen venir solos en los bajos de un camión o un autocar y últimamente en pateras.
El caso de las chicas MINA, es aún más duro, ya que la mayoría vienen traídas por mafias de tráfico de mujeres, destinadas a ejercer la prostitución. Hay un gran porcentaje que provienen de Europa del Este, Sudamérica y países del sur de Asia.
Factores de Riesgos y de Protección
Como bien dicen mis compañeros estos niños son doblemente vulnerables, por una parte por su condición de inmigrantes y por otro lado por ser menores, no disponen de recursos económicos, trabajan a unas edades muy tempranas, sufren un choque cultural y la barrera del idioma, carecen de una familia que les proteja, no están escolarizados y se enfrentan a una administración que deja mucho que desear en cuanto a agilidad a la hora de actuar con ellos.
Lo que sí debemos tener en cuenta siempre que a la hora de una Intervención nos debemos acoger a la normativa vigente que ampara los derechos del menor (Ley de Protección Jurídica del Menor), ellos conocen en su mayoría los recursos de los que disponen, existe una red de recursos para su intervención e integración, existen centros especializados de acogida y la Ley de extranjería recoge el derecho a la Educación y Asistencia Sanitaria de estos menores.
Intervención con MINA
En el proceso de intervención con estos menores hay varias fases que se distinguen claramente.
En primer lugar la localización de los menores normalmente por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque también se da el caso de localización por parte de ONG´s, Asociaciones e incluso la solicitud de ayuda a los Servicios sociales o a la policía por parte de los propios menores.
Una vez localizados, comienza el proceso de investigación para poder identificar al menor, sus circunstancias personales y socio familiares. Toda la información recabada deberá contrastarse en su país de origen. Desde los Servicios de Protección de Menores de la Comunidad Autónoma, se intentará contactar con la familia y se estudiará la posible repatriación. La reagrupación familiar se realizará prioritariamente siempre que sea posible, prevaleciendo ante todo, el interés del menor. Si se decide la permanencia en nuestro país será tutelado por la C.A. correspondiente, ordenado por el sistema jurídico.
Previamente a la concesión de guarda y tutela por la C.A., al menor se le concederá el permiso de residencia con régimen de urgencia, además de declarar su desamparo.
El acogimiento familiar en estos casos es bastante difícil, ya que un gran número de estos chicos tienen más de 12 años, y esto es un hándicap a la hora de encontrar una familia que lo acoja. Con lo que en su gran mayoría residirán en Centros.
En los Centros de primera acogida, se tratará de adaptar al menor para su posterior incorporación a una sociedad totalmente nueva y distinta para ellos. Tras esta primera toma de contacto, se les derivara a una residencia de larga estancia, una vez hayan demostrado disposición a estabilizarse e integrarse.
Estos Centros tratan de acercar un ambiente hogareño a los menores, participando en las tareas de limpieza y mantenimiento del centro. Aquí se intentará la integración social del menor, la formación pre-laboral, llevar a cabo los trámites de la documentación, la escolarización etc.
También se encuentran con situaciones problemáticas debido a causas como el carácter imprevisible y el volumen de las llegadas, que produce saturación en algunas ocasiones, las frecuentes fugas que impiden la correcta realización de los proyectos puestos en marcha, el margen de tiempo en numerosas ocasiones es demasiado corto, el consumo de drogas o trastornos de comportamiento de los menores y la insuficiente preparación de los profesionales con una falta de conocimiento de las particularidades propias de este colectivo.
Por último en la fase de autonomía o recurso definitivo, se preparan a los jóvenes de 16 a 18 años para pasar a llevar una vida autónoma y emanciparse. Aquí se refuerzan las actividades encaminadas a la adquisición n de habilidades básicas como los hábitos de auto-cuidado, las normas de vecindario, habilidades laborales, búsqueda y mantenimiento de alojamiento, búsqueda y mantenimiento de empleo etc.
Objetivos de la intervención del Educador:
Intervenir en educación para promover la prevención ante la violencia y la exclusión social.
Mantener e informar a las personas que traten con los menores inmigrantes para que participen activamente en su proceso de intervención.
Normalizar las relaciones interpersonales del menor en su vida diaria.
Dar a conocer al menor de su situación de riesgo, ejerciendo así una prevención ante posibles de nuevos riesgos.
Educación en el ocio y tiempo libre, educarlos en salud y protegerlos del mundo de la drogadicción.
Proyectar y personalizar individualmente los proyectos educativos.
Trabajar las habilidades sociales y las competencias necesarias para enfrentar los problemas de la vida diaria.
Dotar al centro de los instrumentos necesarios al centro para la elaboración de programas y solución de conflictos.
Seguir y evaluar el proceso de integración del menor de forma conjunta, es decir, entre los menores y los profesionales.
A estos objetivos que deben llevar a cabo aquellos profesionales que se ocupan directamente de los menores inmigrantes, yo le añadiría otros objetivos, los que tendrán que llevar a cabo aquellos profesionales que están inmersos con el resto de la sociedad.
La concienciación, la apertura y el acogimiento por parte de la sociedad en la que se encuentren, es un derecho vital que tienen estas personas. Ojalá sepamos verlo, ojalá sepamos actuar, ojalá se cumpliera “…Contamíname, mézclate conmigo, que bajo mi rama tendrás abrigo…”
Carmen

No hay comentarios:
Publicar un comentario