
EL TESORO ENTERRADO
Había una vez, en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río. Soñó que a un lado del río, y debajo del puente, se hallaba un frondoso árbol. Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda la vida.
Al principio, Izy no le dio importancia. Pero cuando el sueño se repitió durante varias semanas, interpretó que era un mensaje y decidió que no podía desoír esa información que le llegaba de Dios, o de no sabía dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para un largo viaje y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar el puente sobre el río en las afueras de la ciudad.
No había muchos ríos ni muchos puentes, así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el río, el puente y, a un lado del río, el árbol debajo del que debía cavar.
Sólo había un detalle que no había aparecido en su sueño: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.
Izy no se atrevía a cavar mientras el soldado estuviera allí, así que acampó cerca del puente y esperó. La segunda noche, el soldado empezó a sospechar de aquel hombre que acampaba cerca de su puente, así que se aproximó para interrogarle.
El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que había llegado desde una ciudad muy lejana porque había soñado que en Praga, bajo un puente como aquél, había un tesoro enterrado.
El guardia empezó a reírse a carcajadas.
-Has viajado mucho por una estupidez- le dijo-. Desde hace tres años, yo sueño todas las noches que en la ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de un viejo loco llamado Izy, hay un tesoro enterrado. ¡jajaja! ¿Crees que yo debería ir a Cracovia a buscar a ese Izy y cavar bajo su cocina? ¡jajaja!
Izy dio amablemente las gracias al guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo bajo su cocina y encontró el tesoro que siempre había estado allí enterrado.
Déjame que te cuente
Jorge Bucay
Quiero por último hacer una pequeña reflexión de lo que ha significado para mí la experiencia vivida en esta asignatura.
Parece que fue ayer cuando Almudena nos planteó en clase la posibilidad de realizar un blog, algo totalmente novedoso para mí. Todo un fin de semana para colgar mi primera entrada “Un nuevo reto”. Eso es lo que ha ido marcando esta materia en este curso que ahora finaliza.
Cuantas vivencias, cuantas reflexiones y descubrimientos de mi misma me ha llevado la confección de este blog.
Me he reído con él, he llorado también llegado el momento leyendo o viendo un video que yo misma había colgado;)), como he disfrutado y como me he ilusionado y sobre todo cuanto he aprendido.
Quiero dar las gracias en primer lugar a mis compañeros, por sus trabajos, por sus puestas en escenas divertidas y sorprendentes.
Al siempre admirado Jose Hermosilla, por sus comentarios en mis inicios y su ánimo para que continuara. Así como la clase magistral que nos dio sobre nuestro futuro, en el que nos espera un reciclaje constante, un aprendizaje nuevo cada día. Ese al que todos tememos tanto y en el que deposito grandes esperanzas.
A Esther y a May, por hacer que no nos desanimáramos en un momento un poquito bajo. Sus comentarios en clase, su participación, el interés que han puesto en nosotros, los testimonios que nos han mostrado para que nos sirvan de ejemplo. Y esa última clase compartida en la cafetería que teóricamente acababa a las 8 y terminamos cerca de las 9, tal vez porque ¿estábamos muy agusto?
A Concha por sus aportaciones, sus experiencias interminables, su sensibilidad y su energía que hace que te enganches a su carro con gran facilidad.
Y sobre todo a Almudena, por su generosidad al compartir su clase en beneficio de sus alumnos y por su forma, como ha referido alguna vez, un tanto caótica de darnos los contenidos, haciéndonos libres y responsables de nuestro propio aprendizaje.
Lo dicho, una experiencia inolvidable, estas cositas son las que marcan y las que se recuerdan a través de los años.
Besos a todos.
Carmen
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